sábado, 5 de octubre de 2013

Metamorfosis

No sabía lo que estaba sucediendo ni qué hacer en ese momento. ¿A quién iba a pedir ayuda? Estaba completamente solo, ¿A quién llamaría? No podría hacerlo con esas horribles patas en lugar de manos. No sabía qué hacer.
 Se volvió a dormir intentando convencerse de que todo eso era sólo un sueño y que, al despertar, volvería a ser normal. Al cabo de unas tres horas aproximadamente, se despertó. Observó a su alrededor. Todo estaba como siempre, hasta que decidió tocarse la cara. Ésta tenía un tacto áspero, pegajoso y estaba húmeda. Observó sus piernas: eran patas llenas de escamas. Notó cómo le sobresalían de la cabeza dos largas antenas. Se dio la vuelta y cayó rodando al suelo. Salió arrastrándose de la habitación y se dirigió a la puerta de la entrada principal e intentó abrirla con todas sus ganas. Con esas patas tan escurridizas fue en vano. Sólo pudo llenar la puerta de arañazos. De repente se empezaron a escuchar pasos como de alguien subiendo ruidosamente las escaleras del apartamento. Se dirigió de nuevo a la habitación tan rápido como pudo y se escondió debajo de la cama. Alguien entró en el cuarto y el corazón le dio un vuelco: era ella.

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